Quienes dedicamos parte de nuestro tiempo a hilar
frases, para luego construir párrafos, y que terminen en novelas, siempre nos
cruzamos con muchísimos compañeros de letras en nuestro viaje literario. Es
posible que sean muchos más de los que en un principio imaginamos, pero lo
único que importa es continuar y seguir escribiendo.
Eso sí, como todo en la vida, nos encontramos con
buenas o malas personas, buenos o malos escritores, buenas o malas
experiencias. Y entre todas esas posibilidades, es imposible no toparnos con «El
escritor envidioso».
El escritor envidioso es aquel que te odia por lo
que escribes, sea bueno o malo. Sé que suena extraño, pero este tipo de
escritor, a veces ni se molesta en leer lo que has escrito, ya que en el
momento de preguntarle los motivos por los cuales no le parece bien un trabajo
tuyo, él responde con evasivas que harían reír hasta el más inocente de los
jóvenes. Sus consejos son inconcusos, y su único objetivo es el de echar por
tierra tu persona, más que tu trabajo.
Personalmente no he tenido muchas oportunidades de
toparme con este tipo de escritor, ya que suelo tener como ventaja el haber leído
a muchos escritores de mi entorno. Dicho conocimiento me otorga poderes «supranaturales»,
que les deja sin palabras a la hora de argumentar cualquier despropósito sobre
mí. Así que ya sabéis. Para repeler al escritor envidioso hay que leer… y
mucho. Lo intenté también vistiendo mi ropa interior por fuera, como Superman,
pero no funcionó. De todos modos, cualquiera que lucha por escribir un texto
atractivo, ha de leer a conciencia, con el fin de empaparse de las artes narratorias
de otros compañeros.

Resumiendo, hay que evitar al escritor envidioso a
toda costa. Siempre que la envidia sea malsana, porque he de admitir que yo
también soy un escritor envidioso, pero en vez de criticar a los demás, me
dedico a estudiarlos, para así lograr un nivel de calidad que se acerque a los
textos que más me asombran. ¿Entendido? Ahora que disponéis de esta información
útil, o inútil, está en vuestras manos elegir qué clase de envidiosos preferís
ser. ¿De los que critican, o de los que son criticados?
Alexander Copperwhite