No es un secreto que me
gusta mucho la historia y las leyendas. Por ello sería injusto calificar esta
novela sólo de excelente, ya que parecería que le doy una nota sencilla. Así
que, con el permiso de todos ustedes, diré que ha sido sublime. Me transportó
en una epoca pasada, que hacía mucho tiempo que no leía sobre ella.
Regresé a una de
nuestras capitales más antiguas, Toledo, para descubrir el legado de nuestros
antepasados, los Godos. Es cierto que su paso por la península fue
relativamente breve, pero eso no significa que no hayan marcado su ADN en las
generaciones del presente. En fin, siempre que hablo de historia me es
imposible no hablar del presente, y de paso desvelar muchos de mis
pensamientos, pero no voy a dedicar más tiempo a ellos.
La escritura es agil y
refrescante, sin detalles pesados. Es decir, quien la lea se va a divertir
tanto como yo, e incluso más, si no es un estudioso de nuestro pasado. Me
encantan los saltos en el tiempo sin prolongaciones y sin demasiadas
explicaciones. Directo al grano y resaltando las partes más divertidas de una
novela. La acción, la aventura, el misterio, los sucesos. Todo es perfecto.
Desde mi punto de vista, claro está.
Mi enhorabuena al
autor, que tengo pendiente unos cuantos libros más, pero me decidí por el que
acabo de comentar. Seguro que tarde o temprano leeré otro, y os garantizo que
me va gustar igual... o más que El rey de las montañas.
Alexander Copperwhite
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El rey de las montañas: La historia de Don Pelayo
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