Hace mucho tiempo que soy gran
fan de la famosa grase: sólo sé, que no sé nada; y una vez más así es como me
sentí. Llevo merodeando en los ámbitos literarios desde hace unos pocos años, y
aún no me había topado con una organización de este tipo, carácter, o como
prefiráis llamarlo.
Hispacón es una convención de
ciencia ficción y terror que se celebra a nivel nacional todos los años. Allí
se citan autores, editores, ilustradores, diseñadores, actores, aficionados,
lectores, amantes del género… y muchos más. Fue muy agradable conocer a
aquellos que crearon los primeros foros donde los amantes de la ciencia ficción,
que hasta ese momento se veían solos, y escuchar las anécdotas que rodearon sus
vidas. Estamos hablando de hombres y mujeres
(principalmente hombres) que se
enfrentaron a su manera a la censura del régimen franquista, abriendo puertas a
la imaginación, e incluso al destape (según comentaron algunos).
No diré que todo era maravilloso
y magnífico, pero sí quiero destacar que no hay nada más importante que ver a
los amigos juntarse, año tras año, deseosos por compartir sus vivencias y de
esa forma instruir a las nuevas generaciones. Como apunte sólo diré que, en una
ocasión, sentí que la ciencia ficción se había transformado en el ahora, y que los
soñadores se toparon con la realidad, sin saber muy bien cómo encajarla.
El último día, que yo pensaba que
no se me ofrecería mucho más, resultó ser aún mejor que el primero. Tuve una
charla con un profesor sobre la ley de la relatividad de
Einstein (al final de
su conferencia en el paréntesis para las preguntas) que me resultó de lo más
interesante, refrescante y divertida. Sí, sí… divertida. También me quedé
asombrado del trabajo de un diseñador, ilustrador, mago de las artes modernas,
y también escritor, cuando nos habló de su nuevo libro, aunque yo, maldito, me
interesé más en las técnicas de diseño, maquetación y proyección, que me
parecieron fascinantes. Su libro también, y cuando lo lance al mercado lo compraré
para adentrarme en la mente del autor y descubrir su prosa.
Lamento no haber podido estar con
todos los conferenciantes, ya que durante la Hispacón hubieron muchos
encuentros y simultáneamente. Muy práctico para los eclécticos, y muy desafortunado
para los curiosos. Pero por lo general dejé el evento con un buen sabor de
boca, nuevos amigos, y nuevas ideas. El año que viene no sé si iré, pero si no
pasa nada; nos veremos en la Hispacón XXXII.