lunes, 3 de diciembre de 2012

Mi opinión – No todos moriréis, de Antonio Jareño



            He de admitir que últimamente me envían algún que otro manuscrito para que le haga una de mis humildes reseñas, y aunque ya tenía en mente esta novela, el autor tuvo la gran amabilidad de enviármela. Fue muy grato porque, para ser sincero, se trata de un género que me apasiona y con el que me identifico mucho. Eso no significa que al leer un trabajo de este tipo pudiera ser más “indulgente” sino todo lo contrario… soy mucho más exigente.
La novela empieza de una forma muy suave y hasta graciosa, rozando lo cotidiano. Y esa manera tan inesperada con la que el autor nos introduce en una historia tan sorprendente y trepidante, lo que a mi punto de vista la hace muy especial. No me gustaría desvelar nada para no estropear a nadie, ningún punto en concreto, así que dejemos volar la imaginación, entre personajes, curas, misterios, maletines, falsos policías, y un sinfín de elementos que te harán tragarte las páginas de esta novela incluso cuando el sueño intenta vencerte. Eso sí, escrita con una prosa fácil de seguir y para nada cansina; otro de los grandes elementos que me gustan en este tipo de novelas.
Lo mejor de todo, es cuando has terminado de leerla y buscas la siguiente página, aun sabiendo que no existe. Terminas haciéndote preguntas y dudando de hechos y afirmaciones, e incluso empiezas a pensar en conspiraciones y tramas ocultas. Eso es lo que yo llamo “una buena novela”.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Noches de luz oscurecida


Bajo la ensangrentada mirada del dueño del tiempo, la presa jadeaba de cansancio y horror. Las voces de la noche susurraban su nombre, una y otra vez, sin que ella pudiera entender el idioma de las palabras que lo seguían.

- Emma, hapoter num samoit.

Tiritaba del dolor producido por la mordedura del ser maligno. Sus ojos se asemejaban a mil infiernos que pululan en los corazones de los desavenidos, sus orejas se estiraban malditas, como las de un animal casi extinto, sus pies, sus brazos, y lo poco que se distinguía del putrefacto cuerpo de ese ser, apestaba a migrañas de desastres inundados en ríos de sangre inocente.

Ella no era capaz de reaccionar. Por desgracia, se había paralizado y únicamente conseguía gritar histéricamente, sin conseguir nada con ello.

- Emma, faretem num samoit.

Esas palabras, esa frase que su significado se ocultaba en el pasar del tiempo y que nadie, excepto los malditos, podía comprender; invadía sus pensamientos y la atormentaba. Palabras de odio y sacrificio humano; palabras de desasosiego que conduce a la vida eterna; palabras de terror que se inyectaba directamente en las venas de las víctimas.

Emma moriría, pero no antes sin ser torturada.

El ulular de pensamientos adversos se mezclaba con el aullido de las bestias nocturnas que esperaban su pequeño pedacito de carne humana. Así se alimentaban los siervos de los vampiros; así sobrevivían en esta pestilente y mísera vida que les habían regalado. Animales peludos que caminan como hombres olvidados por Dios, y que se arrastran para complacer a sus amos provenientes del infierno.

Los dientes se le calvaban con más contundencia y a más profundidad, el sentir de sus músculos se entumecía y se desvanecía, como si se quedasen dormidos o si su cuerpo fuese descompuesto. La sangre caliente se derramaba por la comisura de la herida, que se parecía más a unos labios rotos que a una desgarrada parte del cuerpo humano.

- Emma, gume num samoit.

Ella por fin entendió las palabras. Por fin supo qué era lo que buscaba ese ser extraño y desfigurado, olvidado por los cielos y reclamado en el infierno. El vampiro quería su alma inmortal que fluía por su sangre. Y así, él viviría para siempre mientras ella estaría condenada a vagar sin alma entre el resto de los sacrificados. Sin penas, sin dolor… sin recuerdos. Olvidada por todos y para toda la eternidad.

 

Alexander Copperwhite

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Mi opinión – La página 64, de Fran J. Marber

        Todo lo relacionado con Julio Verne, me fascina. Eso es lo primero que me llamó la atención en esta novela de ficción y aventura, aunque el autor quiere darnos a entender que se trata de hechos relatados más que de una historia bien escrita. Y eso también le otorga un toque de misterio. Como de costumbre, no hablaré demasiado sobre la novela en sí y me centraré en comentar lo que pienso, pero he de destacar que las descripciones del Paris, que el autor nos pinta en su lienzo mental, a través de las palabras, son intrigantes y cautivadoras. Los sentimientos también se ven traicionados, tanto los del protagonista, como los del lector, puesto que nos sorprendemos y nos confundimos (de buena manera) hasta llegar a un final propio de Julio Verne.
        No dudé en hablar de esta novela en el programa radiofónico Novitiis Scribaes y recomendarla a los lectores, y no perderé la ocasión de hacerlo aquí también. Trepidante, refrescante adornada con toques Vernescos, misticismo y ocultismo. Os invito a descubrir un Paris moderno envuelto de lo antiguo y sus incógnitas. Una excelente manera de exprimir la lectura.
        Alexander Copperwhite

sábado, 3 de noviembre de 2012

De noche

                
La oscuridad es la ventana por donde la mente ve… cuando los ojos descansan, y conforme más te adentras en ella, más consigues ver.
*
Su respiración se tornaba tenue y apacible. Sus parpados se abrían lentamente y sus pies sentían el helor del suelo. Se sintió vivo. La tierra, grumosa y húmeda, se le metía entre los dedos y eso le agradaba de tal forma, que se esforzaba por introducir sus pies un poco más adentro, hasta que sus uñas notaban el tacto de la gravilla que se encontraba bajo la esponjosa superficie. El olor a clorofila que desprendía la hierba al quebrarse, le invadía las fosas nasales e impregnaba sus pulmones, purificándolos. Y la espesa y grisácea bruma, que envolvía el entorno y lo transformaba en un espectáculo blanquinegro, le rodeaba y le abrazaba.  
Batió los brazos e intentó apartar la espesura de su alrededor. Ladeó la cabeza hacia la derecha y terminó por vislumbrar unas sombras que paulatinamente, tomaban formas extrañas. Sus ojos se estaban acostumbrando a su nuevo entorno. Los pétalos de unas margaritas, de tonos ceniza que rodeaban un corazón aterciopelado de color negro, comenzaban a aparecer cual capullos que se abren al ser acariciados por el sol. Pero se encontraban en la oscuridad. Muy cerca, justo por encima de las margaritas, las ramas de unos almendros se entrelazaban entre sí, creando una imaginaria telaraña de un grosor imponente y de un olor almendrado.
Él se detuvo y se lo pensó dos veces antes de continuar con su incauto paseo.
Agitó sus manos a modo de abanico para despejar la negrura de sus ojos. Dio un par de pasos hacia adelante y de repente se detuvo. Un zumbido, suave y melódico, casi musical, atrajo su atención por la derecha, y poco a poco, pasó por encima de él y se detuvo cerca de su oreja izquierda. ¿Qué será? –Pensó-. Entonces el zumbido se acentuó y desapareció en cuestión de segundos. Él intentó seguirlo con la mirada. Incluso movió rítmicamente la cabeza persiguiéndolo, pero fue en vano.
De pronto, un diminuto punto brillante apareció de la nada. El zumbido resultó ser una luciérnaga, que al agitar con fuerza su cola, un parpadeo comenzó a diluir la oscuridad y a conceder color a la tierra, y a las flores, y a los árboles. Por donde quiera que pasase, la luciérnaga revelaba la verdadera belleza del lugar. Los pétalos de las margaritas aparecieron blancos como nubes, y sus centros se parecían a burbujas de color miel arrugada. Los almendros que coronaban la parte superior, adornados por las flores de almendra de manchas rosáceas, se tambaleaban suavemente y el polen que soltaban creaba una ilusión vaporosa que se escurría hacia el suelo.
Conforme más revoloteaba la luciérnaga por los alrededores, más detalles se desvelaban. Una fina hilera de hormigas rojas, cargadas con semillas verdes, amarillas y castañas, se extendía por los troncos creando unas ficticias enredaderas de un arcoíris quebrado, o unos hilos de acuoso colorido. Mágico. La luminosidad que reverberaba sobre el rocío que acariciaba el todo, titilaba con cada movimiento causado por el viento, o por el forzoso empuje de un animal que se encontraba de paso.  
Entonces, medio centenar de mariposas alzaron el vuelo y se mezclaron con la naturaleza, y agitaron las margaritas, y se bañaron en el polen, y ahuyentaron a la luciérnaga; pero la luz no se marchó con ella. Poco a poco, un brillo dorado, cálido y diáfano, desterró la oscuridad por completo y las mariposas se veían con mucha más claridad. Él no sabía si quería seguir con la mirada a la que tenía las alas de corazón, o a la que arrastraba con su cuerpo los restos de un hilo de seda verdoso. Hasta que finalmente, una mariposa se detuvo a descansar en su dedo. ¡Ohhh! –Exclamó-. Levantó la mano hasta acercársela a la altura de su cara, e intentó escucharla. La mariposa le contaba cuentos de hadas, anécdotas de duendes, y enigmas de ranas sabias, pero él no era capaz de entenderla. Por mucho que la acercase a su oído, y por muy capaz que fuese en diferenciar el sonido de su voz, no comprendía sus palabras. Y justo cuando pensaba que por fin empezaba a distinguir una palabra entre las muchas que le susurraba, la mariposa alzó de nuevo el vuelo y siguió al resto de sus compañeras que se alejaban desapareciendo en el horizonte.
Un ruido trajo el silencio y una cálida sensación en el pecho le distrajeron. Se sintió extrañamente complacido, mientras un olor a tostadas con arándanos caramelizados le aguó el paladar. El resplandeciente escenario fue apagándose hasta que una mancha de diluida tinta azul o de desgastada tela verde, comenzó a apoderarse de todo. Y la oscuridad regresó de nuevo. Él no tenía miedo, sino más bien todo lo contrario. Experimentaba la sensación de volar hacia otro lugar, igual de bello e igual de mágico. Estaba flotando.
Y entonces… abrió los ojos.
Las figuras de sus padres aparecieron ante él, y sus voces, suaves y cariñosas, le preguntaron casi al unísono.
- ¿Has dormido bien hijo mío?
Y él, esbozando una tímida sonrisa y restregándose los ojitos, sencillamente contestó:
- Sí.



martes, 18 de septiembre de 2012

Mi opinión – El festín de la muerte, de Jesús Díez de Palma


                  Lo primero que se me ocurre es este comienzo:

                “Triste la naturaleza de los hombres, que por encima de todo, incluso de la vida, luchan por las míseras riquezas de este mundo… como si fuesen a llevárselas consigo una vez muertos”.

                Se trata de una novela que navega por los años de la II Guerra Mundial, y nos acerca a la humanidad, los horrores, la locura, lo inhumano y lo difícil vida de aquellos tiempos. Se desenvuelve en distintas localidades y con varios protagonistas; se podría decir que son una serie de relatos independientes, pero que al sumarlos se consigue una historia homogénea, interesantísima, y muy bien narrada. Hay personajes para todos los gustos y colores.

                Es muy fácil identificarse con los héroes y visualizar las escenas. Los más conocedores de la historia de esos terribles años, conseguirán identificar hasta el sonido de las ramas al romperse cuando uno se esconde tras unos troncos derribados por las bombas. Para quienes no están muy familiarizados con la II Guerra Mundial, es una oportunidad, no sólo de aprender sobre el miedo y barbarie, sino que también observarán como florece el amor y el sentimiento de sacrificio en la mayor de las adversidades.

Ciertamente se trata de una novela muy lograda, y es merecedora del premio Gran Angular. Disfruté y sufrí mucho con ella. Si quieres leer algo diferente y sumergirte en una lectura con emociones fuertes, El festín de la muerte es sin duda una buena elección.

Alexander Copperwhite

miércoles, 12 de septiembre de 2012

¿Por qué lanzamos piedras sobre nuestro propio tejado?

Carga la noche sobre los desprevenidos y los faltos de valor. Morfeo alarga su brazo e intenta tocar sus rostros, sus ojos, sus cabellos y sus almas. Que descansan. El silencio ocupa su lugar en la ruidosa naturaleza, y un manto de estrellas aparece rompiendo la oscuridad. Todo brilla. Desde la casa más cercana hasta el árbol más lejano… nos escondemos. Las noches en las que nos enfrentábamos a nuestras pesadillas, desaparecieron; los momentos en que dudábamos de nuestra supervivencia, son recuerdos lejanos; y mientas disfrutamos de nuestra cobardía insospechada, y vivimos nuestras burguesas vidas, y damos la espalda a lo evidente; la noche del ciclo de la vida de acerca. El hielo y el fuego cubrirá de nuevo nuestro pequeño y frágil planeta, transformándonos en lo que consumimos sin pensar en las consecuencias; combustibles fósiles. Y puede que algún día, cuando la tierra repare el daño que le provocamos, alimentemos el coche de un nuevo ser humano que habrá forzado de nuevo la marcha del ciclo de la vida. Hasta que él también quede consumido por la oscuridad… y la soberbia.

Alexander Copperwhite

martes, 17 de julio de 2012

Mi opinión – La habitación de las mariposas de Ramón Cerdá


Intriga, misterio, negrura, incertidumbre, sentimientos espesos y la necesidad de continuar leyendo párrafo tras párrafo. La historia comienza de manera totalmente inesperada, se desarrolla de una forma inimaginable, y el final… eso mejor se reserva para que el lector lo descubra por sí mismo. La habitación de las mariposas ha sido la primera novela que he leído de este autor (que tenía ganas desde hace tiempo) y sin lugar a dudas no será la última. Su forma de escribir es muy amena y consigue introducirte en esta sorprendente trama rápidamente; está todo tan bien descrito, que no he tenido la necesidad de releer ni una sola frase durante toda la lectura. Y qué decir de los protagonistas, se enlazan de tal forma que uno no sabe el porqué del todo hasta que llega al final; atan la historia magistralmente y vives a través de ellos, experimentando sus emociones y sorprendiéndote de su peculiar forma de ser.

                Es una novela para aquellos que quieren sentir emociones fuertes. Los amantes de la acción, los espíritus (aunque he de decir que no es de fantasmas), la ficción, el terror… y generalmente lo que “sobresale” de lo común, sin duda disfrutarán con esta novela igual que lo hice yo. Y debo añadir, que todo aquél que se atreva a entrar en “La habitación de las mariposas” acabará buscando una pequeña parte de su ser en todo lo que le rodea… por si acaso.

                Alexander Copperwhite

martes, 12 de junio de 2012

Mi opinión - ¡Viva la República! De Jesús de las Heras Jiménez


Existen momentos en los que juzgamos un libro por su portada y por su título. Yo, como muchas otras veces, a primeras me equivoque y a segundas disfruté mucho con la lectura de un libro que a priori contenía esos ingredientes. He de admitir que me resultó bastante corta, no sólo por la extensión de la novela en sí, sino que también por su singular y entretenido contenido. Tardé dos noches en leerlo, y puedo decir que se me quedó una sonrisa dibujada en el semblante, y un buen recuerdo para guardar y compartir.
¡Viva la República! Es una novela de ficción, ya que nos habla de una República que no existe, aunque pudiera haber existido. Su protagonista, El Soldado, esconde más de una sorpresa y es muy… peculiar. En este punto no quiero desvelar situaciones y emociones, ya que sería restarle emoción a la lectura. Resumiendo. Es muy asequible de comprar, es fácil de leer, es entretenida, es original, con toques de ironía y realismo que difícilmente se consiguen, es algo didáctica, y como su autor intenta transmitirnos, es liberadora… o al menos para quién lo sienta así. Si en alguna ocasión tenéis la oportunidad de leerla, ¡no la dejéis escapar! http://sombradearce.es/libros/vivalarepublica.html
Alexander Copperwhite

domingo, 3 de junio de 2012

La larga espera

Con la mirada fría y calculadora, cronometraba los instantes que recorrían su cerebro hasta verse en la situación actual. Las manos le temblaban y a causa de ello, el pegajoso sudor se escapaba por los poros de su piel y le recorría las palmas hasta acariciar sus dedos y, finalmente, gotear hasta el suelo. La impaciencia se le drenaba lentamente por la garganta que se la dejaba seca y áspera, impidiéndole tragar saliva con facilidad. Que peste. –Pensó-. El hedor de sus axilas amedrentaba hasta los insectos que merodeaban por el lugar. El tembleque de sus piernas, constante y ruidoso, rompía la monotonía del momento pero también castigaba su cintura, que es donde soportaba la mayor parte del dolor. No aguanto más. –Musitó-. Apretujó los dientes e intentó recobrar la compostura. Se secó sus humedecidas manos en su albornoz azul y se las pasó por su revuelta cabellera, arreglándose disimuladamente. No puede faltar mucho. –Chirrió entre dientes-. Cualquier instante se convertía en una espera demasiada larga y cualquier movimiento resultaba doloroso. No podía más. El ronroneo del gato no le apaciguaba y el monótono sonido del reloj de cuco no le tranquilizaba, sino más bien lo empeoraba todo. Hasta que cerró los ojos y levantó la cabeza desesperado.
- ¿¡Te falta mucho hija mía!?
-…
- ¡Si tardas mucho me lo haré encima!
Y el estruendo del silencio alimentó su impaciencia. Y la espera frente a la puerta del váter le pareció eterna…
Jajaja
Alexander Copperwhite

martes, 15 de mayo de 2012


Mi opinión – Gracias crisis, de Ángeles Gabaldá
¿Cómo empezar y cómo acabar hablando de este libro? Pues empezando por su título… supongo. Cuando me hablaron de él por primera vez, sentí una extraña mezcla de confusión y curiosidad. GRACIAS CRISIS. Esas palabras resonaron durante un rato en mi cabeza, y lo primero que pensé era en que los lectores “lincharían” a la autora. Y como a veces ocurre, me equivoqué de lleno.
Debo mencionar que lo leí del tirón, sin descanso y sin tregua. Está escrito de una manera tremendamente familiar, y consigue en todo momento engancharte y guiarte a través de las peripecias (basadas en hechos reales) de su protagonista. Básicamente habla de quienes se aprovechan de la crisis, de quienes luchan por encontrar un trabajo, de quienes no se rinden… y de quienes siempre dibujan una sonrisa en su rostro, incluso en plena tormenta.
Tiene toques de humor, tragedia, ironía, realismo, y porque no decirlo… aventura; porque que mayor aventura que la de buscar un trabajo digno y con ello poder disfrutar del estado de bienestar. A mí me dejó un buen sabor de boca, e incluso es de esos libros que piensas que seguro que lo volverás a leer. Muy diferente, muy refrescante, y muy realista. Cualquiera se puede identificar en él…
Alexander Copperwhite

martes, 20 de marzo de 2012

Mi opinión – Coltán, de Alberto Vázquez Figueroa

Me la habían recomendado como “la novela del mineral” y a partir del primer momento, esa simple descripción me llamó la atención. Y que decir desde que comencé a leerla. Te atrapa de inmediato, te crea la necesidad de seguir leyendo para conseguir entrelazar las historias que, a primeras, aparentemente no tienen ninguna relación entre sí, te crea una admirativa repugnancia hacia uno de los principales personajes, que es único y sorpresivo, te sumerge en un mundo despiadado del que, en realidad, no sólo formamos parte sino que también influimos para que sea así de crudo e inhumano. Y cuando piensas que ya has resuelto el rompecabezas, cuando comienzas a creer que has descubierto el final de la novela, vamos, que ya lo tienes todo claro… el escritor da un giro tan inesperadamente inesperado, que te hace sonreír de lo ingenuo que hayas podido ser, o de la genialidad de la trama.

Desde luego es una novela trepidante que te deja boquiabierto en repetidas ocasiones, escrita para dejarte sin aliento, y pensada para obligarte a no soltarla hasta acabarla.

Alexander Copperwhite

jueves, 16 de febrero de 2012

Mi opinión – Hoy me ha pasado algo muy bestia: de Daniel Estorach Martín


He de admitir que al principio no me atrajo la idea de continuar leyendo esta “novela” por el lenguaje que el autor utilizaba, pero enseguida noté que más que una opción de escribir así, era necesario. Pongo novela entre comillas, no porque sea menos, sino porque es algo más que eso… es diferente, y mucho. La historia te atrapa de una forma muy diferente y curiosa, y llegas a creer que te transformas en el personaje principal. Sufres y te sorprendes igual que él, y para ello se necesita un lenguaje mucho más cotidiano y simple, y eso no es equivalente a pobre; ni mucho menos. Un diario muy raro y trepidante; atrapante. Soy fan de la ciencia ficción y creo en los superhéroes que nacen de lo cotidiano, y Daniel ha conseguido que ese sentimiento vuelva a florecer en mí, como si fuese niño de nuevo.
Ahora… la polémica nace en el formato en que se presenta esta aventura. Para los lectores de hoy y los del mañana, es muy familiar ya que nos vemos continuamente sumergidos en blogs, artículos, y demás. Para los de antes… no lo sé. No es porque desconfíe en el éxito del formato (ni mucho menos) es simplemente porque no lo sé de verdad. Su transición de la pantalla de un ordenador o una Tablet, a formato de libro, es algo tanto sorprendente como fuera de lo común, y puede que ahí radique el ingrediente del éxito. Pero todo se verá. Yo desde luego recomiendo su lectura ya que cumple con creces su cometido que es nada más y nada menos, que entretener. Echo de menos las descripciones del entorno, pero sobre gustos los colores. Y por el formato no es necesario. Desde luego todo cambia, y la literatura también. Puede que nos encontremos con un claro ejemplo evolutivo de la misma y los escépticos necesiten más tiempo para digerirla, pero para los más receptivos, es como probar un sabor innovador en un restaurante nuevo, y os aseguro que repetiréis.
Alexander Copperwhite

De la gloria que muere

El aire olía a frío; la carne alrededor de la herida abierta olía a frío. Incluso la peste que solía segar las  vidas de los desgraciados, pobres o ricos, había parado su nefasto trabajo por culpa del frío. Ni la patata traída desde occidente, ni el arroz proveniente del lejano oriente salvaba a las vidas de los hambrientos. Los expertos afirmaban que el sistema solar se había detenido y que pronto, Dios acercaría de nuevo el sol a la tierra, que era el centro del universo.
Michelle, agotado por las largas caminatas, no le preocupaba lo que predicaban los charlatanes desde sus lujosas casas repletas de carne salada y trigo seco. La herida le dolía. ¿Dónde estaban esos cálidos días de verano de los que tanto había oído hablar? Recordó que de pequeño se había fijado en una pintura muy extraña que había colgada en una pared de un edificio muy grande. Un elefante peludo atrapado en un bloque de hielo gigante. Que extraño. -Pensó Michelle cuando lo vio-. Ahora, cuando mira sus congeladas manos y el viento atraviesa su cabeza de oreja a oreja congelando su cerebro, está convencido de que pronto será el quien se quedará atrapado en uno de esos bloques y que tal vez con un poco de suerte, le descubrirán en el futuro y mostrarían a los pequeños visitantes pinturas suyas. Pero estaría muerto. Ese pensamiento no le agradó.
El cabalgante se acercaba aprisa portando un mensaje cifrado. El general bajito y con cara de malas pulgas lo recibió, y lo ojeó a disgusto. Ni Marco Polo tuvo que soportar esta clase de penurias. –Musitó Michelle-. La guerra estaba perdida. Sólo los hombres con trajes bonitos y estrellas en la pechera se negaban a aceptarlo. Con la mirada triste, se fijó en sus compañeros y ladeó la cabeza. ¿De qué sirve la guerra? –Preguntó-. ¿Dónde está la gloria y donde están las ovaciones? Los fogonazos de los cañones de los rusos, dispersaron sus pensamientos. Los petardos de hierro y plomo estallaban cerca de sus posiciones, llevándose a más atormentadas vidas por delante. Para algunos era una liberación, y no un castigo. Ni el hambre, ni el miedo, ni el dolor te acompaña con la muerte. –Se dijo a sí mismo-. La guerra sólo trae la miseria, y nunca la paz.
Hombres del mundo despertad. La penumbra de nuestras acciones, retumban como un eco sobre las paredes de la historia, que jamás descansa. Perdonad mi osadía y mi ignorancia, y decidme ¿dónde está la gloria en la muerte, la sangre y el orgullo? ¿Dónde está la dulce despedida de la vida, cuando tus entrañas asoman por tu costado? ¿Dónde está esa gloria tan deseada y aclamada? Perdonad mi osadía, pero yo escruto la gloria en cuadros antiguos, de Napoleón y otros reyes y emperadores, y únicamente veo soledad… y remordimientos.
Alexander Copperwhite

jueves, 26 de enero de 2012

La conciencia muerta

Dulce susurro de la oscuridad, que despiertas nuestro instinto de supervivencia e hierves nuestra sangre hasta alertarnos de las cosas malignas. Con tu manto invisible engulles la luz que distingue las cosas y, sin poder remediarlo, arrastras las almas de los desaforados y atormentas sus conciencias. Justicia divina o terrenal. Degustas las copas llenas de cianuro y rompes el cristal en sus labios, para rasgarles el orgullo y destruir sus sonrisas de mala costumbre. Agujas atraviesan sus pupilas, que con tan sólo divisar el bien, agachan la cabeza ignorando su existencia. Malas personas en un mal momento o quizás, malos momentos aprovechados por buenas personas que se transforman en malas. Ni el recuerdo del abrazo de sus madres angustiadas, ni el enfrentarse a sus pesadillas les hace cambiar de parecer. Viven entre nosotros, son nuestros vecinos y, en ocasiones, son nuestros supuestos amigos.
Dulce susurro de la oscuridad, ayúdame a despertar con la conciencia tranquila, sin luchar con los monstruos de mi ser profundo, y sin tener que enfrentarme conmigo mismo. Que las pesadillas de las personas buenas y honestas, cesen al momento. Y que las pesadillas de los hombres malos y crueles, se conviertan en lecciones.
Dulce susurro de la oscuridad. Conciencia mía. No mueras en la indiferencia y pide ayuda. Que las personas buenas conviertan tu manto oscuro en sabana dorada, y que los hombres por fin puedan descansar en sus casas. En paz.
Alexander Copperwhite

lunes, 2 de enero de 2012

No cierres los ojos

La sal obstruía sus fosas nasales que se dilataban para inhalar una pizca de aire. Durante el sueño, ningún amigo se había acercado para ayudarle y ningún animal había intentado atacarle. Las llamas de dos soles le atravesaban la piel y el viento del sur, o eso pensaba él, le relamía las heridas, enrojeciéndolas a causa de la arena que se espolvoreaba a modo de antiséptico; sólo que actuaba de forma contraria. Estoy soñando o me ocurre de verdad. –Se preguntaba constantemente-. Su mirada, que se perdía en el horizonte, escrutaba las memorias que se escondían bajo la corteza craneal en busca de recuerdos de esta vida. Despierta. –Se decía a sí mismo-. Y un cangrejo con pinzas de latón le apretaba el cuello como si fuera a partírselo.
                -¡Noooooo! Estoy vivooooooo… -Gritó-.
                Las atormentadas manadas de tortugas voladoras, despabilaron de inmediato y se escaparon; unas volando e introduciéndose bajo la azulada arena.
                -¡Noooooo!
                Sus ojos de reptil, empezaron a acordarse de todo. Como su hermana le acariciaba la aleta antes de partir hacia la guerra; como sus padres le entregaron el Mousa, el arma familiar con el que se habían defendido durante generaciones y su novia, con pastosas lágrimas bajo sus verticales parpados, se despedía abrazándole.
                Quinientos millones de soldados se unieron para defenderse de la invasión. Algunos acudían con elefantabros, unos caballos de combate con enormes orejas para protegerse y una trompa a modo de látigo y otros en cochetes de dos plazas, que era una mezcla de carromato real con motor de combustión lateral. Pero su tecnología y su gran número de efectivos resultaron inútiles. Y el llamado hombre del planeta azul, también apodado tierra, había conquistado a su planeta en menos de una semana.
                A los supervivientes que se negaron a someterse, los convirtieron en esclavos y a los esclavos que se negaron a obedecer, les enterraron vivos hasta las antenas. La noble civilización Tsarnenie, había sucumbido. El rojizo cielo, fuente de inspiración para su pueblo, ardía a causa de las llamas de la opresión y la indiferencia. Una civilización moría, para que otra ocupase su lugar.
                El niño se despertó asustado y gritando. Su madre, raquítica a causa de la prolongada guerra y la consecuente hambruna, abrazó a su pequeño y lo apretó con fuerza sobre su pecho. No te preocupes, sólo ha sido un sueño. –Dijo la madre con voz temblorosa-. Sacó un trozo de pan enmohecido, restos de una capsula de provisiones proveniente de las naciones unidas, y se la dio lentamente para que no se acostumbrase a comer demasiado.
                El niño había despertado del sueño. No se encontraba en ningún planeta extraterrestre ni había alienígenas enemigos. ¡No! No hacía falta viajar tan lejos. Y a pesar que a menos de quinientos kilómetros de donde estaba, el mundo tiraba comida y dormía plácidamente quejándose por capricho, el niño se acurrucaba en los brazos de su madre y no entendía la diferencia entre lo que había soñado, y la realidad.
Alexander Copperwhite