No ha transcurrido mucho tiempo
desde que la famosa tertuliana de la televisión presentó un libro de carácter autobiográfico.
Tanto la expectación de sus fans, como la disceptación de sus no fans, han
generado una publicidad de un valor incalculable. No me gusta ser crítico
cuando hay que tratar sobre los gustos de la gente, y por ello no diré nada
sobre los fans de Belén, salvo que me parece estupendo que corran a comprar su
libro, si eso les apetece y les hace felices.
Ahora:
Quizás debería haber titulado
estas líneas de la siguiente manera: Ambiciones y Reflexiones, ¿de Belén
Esteban? No creo que me lo vaya a leer, entre otras cosas porque presupongo que
ella no ha sido la autora del libro. No me malinterpreten, pero no hay nada más
interesante que poder “entrar” en la mente de un autor para así descubrir su
mundo, o el que ha plasmado. Sé lo que muchos pensarán, ¿para qué querer entrar
en la mente de Belén Esteban? Pues yo qué sé, la respuesta más obvia que se me
ocurre es el típico: ¿Por qué no? Aprender es aprender y conocer es conocer.
Dicho esto, ahora intentaré imaginarme (que no digo que no sea cierto) que la
autora del libro ha sido ella. El lenguaje que suele utilizar es demasiado
plano (no significa que sea malo), y cuando uno busca literatura, razonamiento,
estructura y ese algo que ata una buena historia en lo que lee, me da la
sensación de que aquí no lo va a encontrar. Y el contenido ¿Una vida
interesante? Si se buscan emociones, amoríos, pasiones, etc… supongo que sí;
pero también se pueden leer las 50 sombras que también trata de ese tema, y,
según dicen porque no lo he leído, despierta pasiones utilizando una prosa
sencilla. Y al menos utiliza una prosa.
Lo raro:
Me he topado con diversidad de
opiniones, que son las que me incitaron a escribir esta nota. Básicamente hay
autores que no ven con buenos ojos el lanzamiento de este libro, ya que “invade”
el difícil de por sí mundo del escritor. Hombre, yo comprendo ese punto de
vista, aunque no lo comparto. Es como si tuviera una pastelería y me molestase
que Kinder Bueno promocionase un nuevo huevo de chocolate forrado con barquillo
crujiente (que no es mala idea), y me pusiera a quejarme. En primer lugar, las
quejas que yo pueda manifestar se transforman en súbita publicidad (como esta
notita), y no existe publicidad buena o mala, sino sólo publicidad; y en
segundo lugar, cómo vamos a comparar un producto industrial (Kinder) con una
labor artesana como puede ser un pastel de triple chocolate. No se puede.
Conclusión:
Yo le deseo lo mejor a esta
señora. Sé muy poco de ella (me considero fan friki del cine y de los
documentales), pero lo que sí puedo asegurar es que muchos son aquellos que se
sienten a gusto con ella; viéndola en la tele, leyéndola sobre ella en las
revistas, y ahora… en un libro. No me preocupa para nada su libro, porque no
tiene nada que ver con lo que yo escribo, y supongo que mis lectores “están a
salvo” de sus garras lingüísticas (aunque nunca se sabe, jejeje). A los que se
quejan de que el medio televisivo ofrece un empujón importante a esta gente,
sólo les aconsejo una cosa: luchad y acceded a este medio. A los que no les
gusta esta señora: no compréis su libro ni la veáis en la televisión. Y a
quienes sí les gusta: de momento vivimos en un país libre (más o menos) y haced
lo que más os plazca y lo que os hace felices. Que los problemas grabes no hace
falta buscarlos… ya vienen solos.
Alexander Copperwhite