sábado, 25 de junio de 2016

Brexit

Siento que el futuro se está convirtiendo en pasado, y el presente sólo es una sombra de lo que pudimos ser. El sueño de una unión, poco a poco es convertido a pedazos, mientras los avariciosos no paran de frotarse las manos, cual buitres que aguardan repartirse los restos de un cadáver… mutilado desde hace bastante tiempo. Una vez más, la supremacía alemana está llegando a su fin, y los vencedores de una guerra pasada, aunque no olvidada, reclaman la capacidad de elegir el destino de su pueblo, sin intervenciones y medidas de austeridad impuestas por quienes no pagan intereses, y sin embargo exigen intereses.

Es muy fácil tildar al pueblo inglés de poco solidario, pero la solidaridad es algo que escasea en todo el marco geográfico de la Unión Europea. Los medios de comunicación no hablan de cuántos países se están planteando un “euroexit”, tales como la República Checa, Islandia, e incluso, una vez más, Grecia. ¿Y debemos culparles por ello? En nuestro país hace mucho que la clase media - baja (o al menos lo que queda de ella) no disfrutamos de la europeización y de sus ventajas, reservada para las clases que pueden permitírselas. Incluso la pobreza forma parte de una sociedad que, cuando yo era joven, faltaban cosas, pero nadie pasaba hambre. Y es que ahora el desplazamiento de las industrias, de la agricultura, de las cuotas de pesca, organizada por los alemanes y sus lacayos (belgas y holandeses) que son gente que nos ven como ciudadanos de segunda, no favorecen nuestras empresas, y ellos mantienen un sistema de Seguridad Social que nosotros no somos capaces ni de soñar que existe. No sé. A mí me hace pensar que algo no va bien.

El Brexit no es una mala decisión, sino la consecuencia de muchas malas decisiones, y de seguir el consejo de quienes se han preocupado más por los bancos… y no por las personas. Yo creo que al final el agua del río alcanzará el mar, y la dulzura será revuelta con lo salado. Se crearán nuevas realidades y nuevas desestabilidades, ya que estas últimas son las que nutren los bolsillos de los sinvergüenzas y los especuladores. Incapaces de crear algo positivo


o de soñar con un elemento que no sea material, estas personas incuso venderán a sus propias familias con tal de engordar sus cuentas corrientes, comprarse un coche nuevo, o hacer un viaje de ensueño. A costa de los demás, por supuesto. El Brexit es la respuesta a esa gente de mala madre y, sin lugar a dudas, el resto nos sentimos ofendidos y en cierto sentido abandonados. Pero, ¿qué ocurriría si nos preguntasen a nosotros si queremos seguir en la EU, o si queremos recuperar nuestro destino como pueblo libre? ¡Esa es la cuestión!

De momento, esperemos que los manipuladores de medios (políticos y compañía) encuentren una solución, y tengamos la fiesta en paz. Que los países de la unión vuelvan a creer en ella, y erradiquemos la pobreza en una nación, que debería ser la más poderosa del mundo. ¡Como nación, y no como hervidero de grandes fortunas! Y tal como dijeron hace mucho tiempo atrás, cuando otro momento histórico tambaleó los pilares de lo preestablecido: Buenas noches, y buena suerte.


Alexander Copperwhite

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