He de admitir que al principio no me atrajo la idea de continuar leyendo esta “novela” por el lenguaje que el autor utilizaba, pero enseguida noté que más que una opción de escribir así, era necesario. Pongo novela entre comillas, no porque sea menos, sino porque es algo más que eso… es diferente, y mucho. La historia te atrapa de una forma muy diferente y curiosa, y llegas a creer que te transformas en el personaje principal. Sufres y te sorprendes igual que él, y para ello se necesita un lenguaje mucho más cotidiano y simple, y eso no es equivalente a pobre; ni mucho menos. Un diario muy raro y trepidante; atrapante. Soy fan de la ciencia ficción y creo en los superhéroes que nacen de lo cotidiano, y Daniel ha conseguido que ese sentimiento vuelva a florecer en mí, como si fuese niño de nuevo.
Ahora… la polémica nace en el formato en que se presenta esta aventura. Para los lectores de hoy y los del mañana, es muy familiar ya que nos vemos continuamente sumergidos en blogs, artículos, y demás. Para los de antes… no lo sé. No es porque desconfíe en el éxito del formato (ni mucho menos) es simplemente porque no lo sé de verdad. Su transición de la pantalla de un ordenador o una Tablet, a formato de libro, es algo tanto sorprendente como fuera de lo común, y puede que ahí radique el ingrediente del éxito. Pero todo se verá. Yo desde luego recomiendo su lectura ya que cumple con creces su cometido que es nada más y nada menos, que entretener. Echo de menos las descripciones del entorno, pero sobre gustos los colores. Y por el formato no es necesario. Desde luego todo cambia, y la literatura también. Puede que nos encontremos con un claro ejemplo evolutivo de la misma y los escépticos necesiten más tiempo para digerirla, pero para los más receptivos, es como probar un sabor innovador en un restaurante nuevo, y os aseguro que repetiréis.
Alexander Copperwhite
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