domingo, 12 de mayo de 2013

De todo un poco - Érase una vez en el país de la escritura


A lo largo de estos años, he leído muchos artículos que hablan de los escritores y del camino que han de recorrer. He encontrado opiniones de todo tipo; alentadoras, desalentadoras, crudas, realistas, soñadoras, desproporcionadas, tediosas, graciosas, humanas. En el fondo creo que todas ellas (como todo lo que leo) han llegado a formar parte de mí, séase porque no las comparto o porque sí, pero siento que en todas ellas existe un nexo: Hablan del escritor, de la historia, de la manera de escribir e incluso de promocionarse… omitiendo, para mi punto de vista, lo más importante.

Para aquellos que nos gusta la literatura, escribir nos hace viajar, ser dueños y señores del universo. Poseedores de un poder infinito: el de crear y destruir, creando lo increíble aunque imaginable. Sinceramente yo pienso que lo más importante en la vida es ser feliz, y cuando nos enfrentamos al folio o a la pantalla en blanco debemos de estar tranquilos y en paz con nosotros mismos para poder volar. Si eres feliz, llegas al espacio atravesando las algodonadas nubes, y te deslizas como una pluma de oca hasta posarte bajo un árbol a los pies del Kilimanjaro. La esencia de la escritura reside en la libertad de nuestra mente.

Sé que esto no ayuda mucho en el momento de tomar decisiones sobre la promoción, la organización y la estrategia de ventas; ni siquiera nos ayudará en escoger género… enlace y desenlace de una historia. Pero qué somos los escritores, sino víctimas de nuestras propias ideas. Condenados al olvido… pero viviendo a través de nuestras historias. Ser escritor no es una decisión, es un camino que debemos recorrer. Y durante el trayecto, quizás, y sólo quizás, alguna de nuestras historias consigan atrapar una lágrima de un lector, un suspiro de un joven, un escalofrío de una lectora. Pero todo eso qué importa, si escribir nos hace felices.


4 comentarios:

  1. Muy bonito Alexander. Gracias por tu bellas y sabias palabras

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  2. Estoy de acuerdo contigo, Alexander. Somos víctimas de nosotros mismos. ¿Quién puede detener a una mente inquieta y soñadora? Dejémosla volar y ser libre, para que otros también disfruten.
    Un abrazo, amigo.

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    1. Es un placer compartir las mismas inquietudes. Siempre es un gusto tenerte por estos humildes rincones querida amiga y compañera. :-)

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