Conozco al autor personalmente,
así que me permitiré hacer un comentario en mayúsculas. CAMBIA LA PORTADA.
Sinceramente creo que no le hace justicia a la novela, y como escribo lo que
pienso y lo que siento, y en una ocasión ya lo hablé con él; me repito. A mí la
portada me sugiere pajaritos y una vida risueña, pero en realidad habla de otra
vida, que tiene de todo, y que tarde o temprano todos tendremos que vivirla. ¡O
no! Supongo que eso va al gusto del consumidor.
El autor no para de sorprendernos
con cada página que leemos, con cada situación que describe, y todo a través de
su original protagonista con el que algunos, más que otros, podrá identificarse…
más o menos. Desde su casa, hasta la de su suegra, desde España hasta la muralla
China (y mucho más) y al final de vuelta al principio. ¿De qué va? ¡Aahhhh! No
os lo quiero contar, porque si la vida no estuviera llena de sorpresas, para
qué vivirla. Y si no entendéis esta pequeña moreleja, lo único que tenéis que hacer
es leeros Amén.
Alexander Copperwhite
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