Esta vez mi comentario será,
quizás, más cortito que los anteriores. No es por ninguna razón en concreto,
sino porque el libro de relatos de Francisco es corto doblemente. Primero es
corto de por sí, y segundo se lee tan rápido… que se te hace muy corto. Como me
gusta recurrir al sabio refranero español, cito: Lo bueno y breve, dos veces
bueno. Ahora en serio. La lectura es tan ágil e intrigante, que en ningún
momento te planteas detener la lectura, o mejor dicho, no te atreves a dejar el
misterio de cada relato sin desvelar.
Francisco me sorprendió con este
trabajo, del cual se siente muy orgulloso, y no es para menos. Despliega una riqueza
dialéctica, léxica y de narración muy difícil de encontrar hoy en día. La
búsqueda de la oscuridad en lo cotidiano que así lo transforma en algo
extraordinario es uno de sus puntos fuertes. Te identificas con los personajes
y te ubicas de inmediato. Eso sí, y para que no se crean que todo es un camino
de rosas, ya le comenté que me gustaría leer un trabajo más extenso, donde esas
tiranteces de tensión duren más, y me causen más insomnio.
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